Estocolmo, la capital de Suecia se asiente entre 14 islas de un archipiélago de más de 14.000. La bella ciudad nórdica fue un centro comercial de primer orden que reunía los minerales, las pieles del norte de Escandinavia, el cereal del sur, el salmón y los arenque de Noruega y la costa, la madera de Finlandia. Todo salía y entraba hacia y desde Europa, a través de su puerto perteneciente a la Hansa. Los canales y estrechos de las islas del archipiélago de Estocolmo fueron las vías de comunicación y comercio por las que salían y entraban los dineros y los hombres. El archipiélago de Estocolmo creo la monarquía sueca y la asentó como imperio en el siglo XVI cuando los territorios de los Vasa se extendían desde Laponia hasta el centro de Alemania, Pomerania, los países bálticos e incluso algunos puestos coloniales en Pensilvania, el Caribe y la efímera Costa de Oro Sueca.
Desde ese pasado glorioso de los siglos XVII y XVIII, la capital de Suecia se embelleció y se convirtió en una de esas otras venecias que orlan el plantea. La Venecia Báltica ha mantenido su esplendor y se ha transformado, pasando de una urbe portuaria, industrial y comercial a una urbe verde, ecológica y monumental. Los suecos y en especial los habitantes de Estocolmo han mejorado la calidad ambiental y urbanística de la capital, una ciudad que atrae a visitantes de Europa y todo el mundo.
El modelo sueco de economía mixta y la importancia de la socialdemocracia ha modificado la sociedad sueca, una sociedad de consenso donde todo se debate, pero una vez llegado a un consenso este se cumple. A pesar de las criticas necesarias y de los fallos del sistema, si lo comparamos el modelo sueco es un paradigma a imitar por toda Europa y que decir de África, Asía o América Latina. Con sus límites la luz escandinava se muestra aún como un ejemplo a seguir, en lo económico, lo social, en la valorización del trabajo, la igualdad sexual, el urbanismo y la ecología. Por todo ello les recomendamos los cruceros que recorren el Báltico y los países escandinavos para observar panoramas nuevos, y disfrutar de ciudades, islas y naturalezas aún bien cuidadas y preservadas.
Qué visitar.
Además del centro histórico, la ciudad antigua (Gamla stan), en la isla de Stadsholmen. Callejuelas estrechas cargadas de historias, comercios, bares y restaurantes esperan a los visitantes. Ente los monumentos más destacables se encuentra el Palacio Real; el Museo Nóbel; la iglesia luterana alemana o el Palacio de la Nobleza (Storkyrkan).
Otros barrios merecen la visita como el de Djurgården, otra isla del archipiélago donde se encuentra el Museo Vasa con un buque del siglo XVII en perfecto estado; el museo nórdico o el Parque de Atracciones de Gröna Lund, así como parques para descansar en verano o el ecobarrio de Norra, ejemplo de arquitectura y urbanismo moderno y sostenible.
Södermalm, con sus discotecas y la plaza de Mariatorget es una de las zonas más animadas. Otros lugares de interés son los barrio de Norrmalm, Östermalm, Kungsholmen y Skeppsholmen.
Estocolmo, puerto crucerístico: Cruceros bálticos.
Estocolmo se encuentra en el centro de las rutas que recorren el Mar Báltico. Junto a Copenhague, Oslo y Helsinki son los puertos principales de salida y llegada de las rutas turísticas. Además de las cuatro capitales escandinavas los cruceros, de 7 días normalmente, recorren los países bálticos (sobre todo Riga en Letonia, Lituania y Tallin en Estonia).
Una de las rutas más habituales es la que recorre los fiordos noruegos, Bergen, Oslo, Copenhague y Estocolmo.
Otras visitan también las capitales bálticas Riga y Tallin. Finalmente otros combinan la parte escandinava con Rusia, mediante una larga visita a San Petersburgo.
Las épocas más adecuadas son la primavera y el verano, cuando el clima es más agradable y la oferta de cruceros mayor.
Para más información sobre los cruceros por el Báltico entre en nuestra sección especializada.