El Báltico es un mar casi interior, cerrado sólo por los estrechos del Kattegat que separan la península de Jutlandia de la península escandinava. Un mar que a pesar de su imagen gélida posee bellas playas, islas románticamente interesantes que apasionaron a Bergman y ciudades de un clasicismo nórdico que bien valen un crucero.
Viajar al Báltico supone conocer los avanzados países escandinavos, las costas más playeras de Alemania, la grandiosa San Petersburgo y los más desconocidos pero igualmente atractivos países bálticos y Polonia.
En está página no hablaremos de los cruceros de los fiordos noruegos, que generalmente se combina con el Gran Norte de Europa, Laponia e Islandia. De ellos daremos rendida cuenta en su página específica.
Naturaleza, cultura y Monumentos.
Los cruceros que vienen desde España suelen hacer escala en Francia (La Rochelle o Le Havre), Gran Bretaña (Southampton), Ámsterdam en Holanda y ciertos puertos alemanes como Kiel o Hamburgo.
En el Báltico se visita, dependiendo del crucero, las grandes ciudades: Oslo, Copenhague, Goteborg, Helsinki, Riga, Tallin y la imperial San Petersburgo. Ciudades antiguas con una arquitectura muy diferente de la del oeste y sur de Europa, ciudades marineras, hermanadas por la antigua Hansa y que hoy unen sus lazos comérciales y culturales gracias al mismo báltico.
Los museos navales de Copenhague, Oslo o Estocolmo dan muestra de países marineros que surcaron el planeta y enviaron a sus comerciantes y exploradores a descubrir los polos y Siberia (Nansen, Amundsen, Nordeskjiold, Bering…). El fiordo de Oslo, el archipiélago de Estocolmo, las islas danesas, los bosques de Finlandia y los recién descubiertos puertos de Letonia, Lituania y Estonia, con ciudades nuevas para los turistas. Por no hablar de San Petersburgo y su monumentos de la época de los zares y de la Revolución Rusa.
El litoral polaco, la Pomerania alemana, son zonas que contrastan con el industrioso interior. Parajes naturales, playas y acantilados, islas repletas de balnearios y castillos dispersos por la fachada marítima menos conocida de Europa.
Y finalmente la cultura de los grandes museos de las capitales del Báltico, con el Hermitage de San Petersburgo a la cabeza, combinadas con la animación y la fiesta de las calles de Copenhague. Un cóctel ideal para un crucero.
Puertos de salida y de llegada.
En España la mayoría de los cruceros salen de Vigo, Bilbao y Barcelona. Otros trayectos salen de ciudades del Báltico y Alemania pero acaban su singladura en puertos españoles como Bilbao o Barcelona.
En Alemania el puerto suele se Kiel en Schleswig Holstein, y sobre todo Copenhague en Dinamarca, Estocolmo en Suecia y San Petersburgo en Rusia.
La duración de los cruceros como siempre es variable, con lo que pueden adaptarse a todos los viajeros. Los cruceros que sólo se ciñen al báltico pueden durar de 4 a 7 noches. En cambio si se sale o se llega a Lisboa, Barcelona o Bilbao, los cruceros suelen duran entre 8 y 12 días. Finalmente si se trata de un crucero transoceánico, la duración sería mayor.
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